CON LA VENIA DE LA LUNA

 

Consumen los silencios.

Sangra la herida del disparo, con alevosía, de tu adiós. La coseré con la aguja de nuestros recuerdos.

Corto de raíz el hilo del yo-yo de mis sentimientos, mientras el sol abrasador evapora esta fábula clandestina.

Sin embargo, ¡no, no lo lamento!

Olvidé pedirte tus manos y dibujarlas con tu saliva melaza, por si mi piel añoraba tu ausencia.

La emoción de vernos a escondidas y solo con la venia de la luna, era tan, tan excitante…

¡Qué bien nos supo la manzana del Edén!

Nunca nos pedimos juramento, no nos gustaba la divinidad enjaulada.

Todavía mi memoria aromática te evoca. Exhalo, y tu presencia está tan latente, tu perfume pasea de mi mano.

Me llamabas lluvia, porque cada gesto de mí te calaba y yo, catorce de febrero, porque me colmabas de detalles.

Respiro lento, muy lento, inspiro el viento y le pregunto por qué no nos concedió un instante para pedir un último deseo.

Conocí muchos cielos, pero me arriesgué a entrar en tu infierno.

©Susana Fraile.

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