Ella, de antepasados manchegos y origen madrileño, está en el ecuador de su vida. Es alta y esbelta. El tiempo, celoso para hacerse notar, le va dejando muestras de su paso por su largo pelo rubio y en su cuidado rostro. Desafiando impune su innata coquetería.

Ella es tan alegre.

Ella, sonríe de manera innata y no concibe la tristeza fuera de sus aposentos. En su hogar se encuentra protegida y puede dar rienda suelta a sus miedos, sus debilidades y sobre todo a esa fragilidad tan escondida que oculta a los demás. Su hogar es su fortaleza y su espejo interior.

Ella, reparte sonrisas como si fuesen dulces en la puerta de un colegio. Ella percibe que su sonrisa la reciben como si fuese un premio.
Ella se pregunta:
¿A alguien verdaderamente le importa que vaya regalando sonrisas? Ella lo piensa y mucho.

Le da un pánico atroz pensar que el esfuerzo que hace a nadie le importe. Esfuerzo sobrehumano en algunas ocasiones, aun sin estar de buen humor.

Ella parece una nefelibata, pero nada más lejos de la realidad. Estudia cada gesto y cada palabra que sale de su boca con el único propósito de agradar a los demás. Difícil tarea porque no escatima en ellas.

Ella, parece que escribe un guión para cada persona que se cruza en su vida. Tiene ese don. Sabe lo que tiene que decir y hacer con cada ser humano. Da igual el rango, su titulación, si es celebre o no.

Ella se adapta.

Su personalidad es arrolladora. Tiene un imán para atraer a los débiles y desde ahí le nace otra identidad que ni ella misma entiende.

¿De dónde procede tanta garra y tanta fuerza para protegerlos? Le pregunto.

Ella, que curiosamente se siente tan desprotegida􏰀

Ella necesita hacer gestos y que sus palabras sean capaces de hacer felices a los demás. Aunque no le apetezca. Aunque sea una falacia.

Todos le saludan, ellas y ellos y si no es así, quédense tranquilos que se hará notar porque no le gusta pasar desapercibida. Tanto es así, que a veces pierde hasta su propia identidad.

Ella es frágil y vulnerable.

Tiene un estado de salud acorde a la personalidad que más la identifica y que solo ella conoce. Muy delicada

Su infancia no fue la más idónea. De ahí vienen sus carencias.

El fallecimiento de su madre siendo una adolescente y la ausencia de su padre, aun estando físicamente presente, han hecho que durante toda su vida sea autodidacta. No sabe si su mente inquieta le ha hecho aprender o tan sólo se defendió de ella.

Desde niña no pensaba que despuntase por su inteligencia. Ella iba al colegio a divertirse y esa era su evasión. Con el tiempo y la madurez todo cambio.

Su afán por aprender y desde luego esa ambición suya por agradar a los demás, consiguió que fuera respetada en todos los trabajos destacando sobre el resto de sus compañeros. Liderando varios departamentos de empresas multinacionales.

Ella, la mujer frágil, la de las mil y una caras.

Ella no sabe quiénes son sus verdaderos amigos y no sabe quiénes querrían estar con ella si conociesen su verdadera personalidad.

Ella que despliega su humor como el que prepara un monólogo, finaliza el mismo y espera su reconocimiento.

Ella sin embargo no recibe aplausos, recibe agradecidas palabras que acarician su alma y alimentan sus carencias.

¡Qué alegre!
¡Qué divertida!
Ella tuvo y tiene ese vacío que hoy en sus palabras percibo. Ella tiene la sensación de no tener ningún amor desinteresado. Qué triste me siento por ella.
¿Serán estas las carencias de las que ella tanto habla?

Ella sabe que hasta sus amores tempranos y aquellos que no lo fueron, siguen ahí de alguna manera. También los que llegan después del divorcio tienen su espacio. Unos más importantes, otros más pasajeros pero con todos y doy fe, mantiene el contacto.

Sabe que esto también le ha hecho disimular lamentos y sollozos para dibujar la mejor de sus sonrisas, aun estando rota de dolor. Para nadie es fácil enfrentarse a sombras y recuerdos enterrados.

Entre todos le han marcado y han forjado estas personalidades. Le han exigido, sí, leen ustedes bien, (aunque en el siglo XXI sea increíble) comportarse de cierta manera.

Su comportamiento dependía del sexo al cual se dirigía. Sin problemas si era mujer y obligada a pasar desapercibida y perfil bajo si era hombre.

Ante estos, tenía que dejar de sonreír de inmediato, dejar de soltar chascarrillos, y olvidarse de abrir su abanico de palabras agraciadas que utilizaba con el fin de contentar su alma.

Ella no quiere dejarse a nadie en el camino. Incluso para los que no la trataron de forma adecuada. Ella tiene la capacidad, no sólo de regalar expresiones, sino también la de perdonar.

Como una loba con su camada, que nadie los toque porque sólo ella se siente capaz de defenderlos y proteger.

Ella, sabe atesorar. No deja que nadie se vaya de su lado. Sabe que para ella sería un desgaste físico y emocional.

Tiene el convencimiento de haber nacido para hacer felices a los demás y se niega a perder a alguien que le muestre el más mínimo interés porque le ayudan a rellenar sus carencias.

Y aquí me pregunto:
A ella. ¿Quién le hace feliz?
A ella. ¿Qué le hace feliz?
A ella. ¿Quién le regala sonrisas sinceras?
Me quedo pensativa mientras ella me sigue contando􏰀

Siento unas ganas tremendas de lanzarme al vacío, como si se tratase de una piscina sin agua. Con una sutileza, quizás excesiva por mi parte, percibo que una de esas personalidades no me la quiere mostrar.

Pero􏰀

¿Qué pasaría si rascase en su pensamiento? ¿Podría ver su interior sin que fuese consciente de ello?

¿Estará ejecutando un guión con el fin de despistarme? No hago más que pensar en eso.

¿Me pregunto si sería capaz de romper de una vez por todas con sus diferentes personalidades y se quedara con aquella que más la identifica?

Ella me observa. Ella sabe, sospecha que algo no va bien. No sé si intuye lo que tengo en mi pensamiento. Es muy observadora e inteligente.

Ella confía plenamente en mí.

Me decido y le lanzo la pregunta con cierto desasosiego a la réplica.

¿Cómo se hace feliz a una persona tan entregada a los demás y con tantas carencias?

A pesar de darle ciertos signos de confianza me temo que ella no quiere mostrar sus debilidades abiertamente.

Ella se queda sigilosa.

Se ve en la expresión de su rostro que le ha incomodado la pregunta. El silencio se espesa entre nosotras.

La miro y temo que después del esfuerzo realizado para ganarme su confianza y sinceridad va a dejarme sin respuestas. Necesito que me vomite encima todas sus realidades y sus defensas para sobrevivir.

No me lo puedo creer.
Ella, tan delicada por fuera como por dentro, se esconde tras esa muralla. Me hace dudar ¿Me ocultará algo?
Los segundos que se hacen eternos.
Por fin contesta:

«Mi trabajo, es lo que me ha hecho feliz. En un trabajo nadie hace un monólogo y nadie va regalando sonrisas. Bueno sí, todas muy cordiales y con respeto. Ahí es donde más valorada me he sentido porque he llegado desde mi escasa formación gracias a mi constancia y tenacidad. No por regalar sonrisas».

Descubro que ella, la mujer frágil, delicada, la de las mil y una cara, y la que se adapta y se reinventa con tal de no defraudar a nadie, resulta que no lo hizo por ella.

Lo hizo por su madre, la que fue su referente y también la responsable de sus carencias.

Por su madre y su memoria, se reinventaría mil veces en reconocimiento de todo el esfuerzo que siendo prácticamente una adolescente, hizo para sacar sus hijas adelante y para dejar claro que todo este esfuerzo mereció la pena.

Escúchalo madre: ¡sí, mereció la pena!

Me exige que resalte estas palabras en negrita. (Se pensará que las lee o escucha su madre)

Ella, me dice que este relato va en honor y en homenaje a todas las mujeres y sobre todo a ella, a su madre que fue mujer y madre sin ser adolescente.

Su madre que no les enseñó a abrazar.

Ella con cierta sutileza lo dice, pero agudizando los sentidos se observa que está molesta.

No quiero romper de nuevo el clímax que se ha creado de nuevo entre nosotras y paso por alto ese comentario. Una periodista hubiese sacado carnaza a ese comentario, un comentario para mí con tanta importancia, (suspiro) aunque ella no se la quiso dar.

Madre e hija se dejaron tantas conversaciones en el aire, tantas preguntas sin respuestas. Ni siquiera guardan una simple receta suya. No sabe por qué no le dijo que la vida iba a ser muy difícil sin sus progenitores. No sabe por qué no le dejó un diario con pautas a seguir. Seguro que su madre sintió la misma incertidumbre porque se fue con mil conversaciones pendientes y respuestas que algún día, espera pueda tener.

Ella, hoy quiere demostrar que las mujeres somos unas supervivientes y que hay personas que se crecen ante las adversidades. A muchas mujeres su pánico o su entorno, no les ha permitido crecer como ellas hubiesen deseado o soñado. Pero querer es poder… que no todo se estudia en la universidad, que está la vida y ésta sí que nos marca y nos enseña a reinventarnos.

Ella, que lo único que ha pretendido es ser aceptada a cualquier precio: con sus mil personalidades, regalando sonrisas, haciéndose cargo de personas débiles cuando ella y solamente ella, era la más débil de todas.

Ella que sólo lo hizo por cubrir sus carencias. Ella cuya única pretensión era que la quisieran y que la aceptasen.

Ella, tú, vosotras y yo.
¿Por qué las mujeres debemos ser distintas?
¿No somos seres humanos por encima de todo, independientemente del sexo masculino o femenino?

Hace tiempo que leí una cita:
«Si la vida te da muchos palos no te derrumbes, respira, coge fuerzas y hazte

una cabaña».

Cada cual debe hacer su propia cabaña, elegir los materiales, tomando las riendas sin cambiar para hacer feliz a las personas. Cada muro debe estar hecho de personas felices que nos acepten según somos.

Ella dice; sonreír cuando os apetezca y no tengáis mil personalidades por los demás. Las personalidades debemos utilizarlas como si de una caja de herramientas se tratase. Depende con quien te relaciones hay que utilizar unas u otras para protegernos.

Así todas haremos lo posible por no ser frágiles y aprender a querernos a nosotras mismas sin que nadie nos tenga que dar el beneplácito de lo que está bien o mal.

El ser humano es imperfecto.

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