DESHOJANDO MARGARITAS

 

Soplaré los tejidos de las calumnias que nos revelábamos para no hacernos daño. Tú alardeando de lo feliz que eras, yo, interpretando a la mejor actriz. Te sonreía y mis pupilas ardían, como arde el asfalto en verano, mientras mi alma aullaba furia, por todo lo que celaba. Mis pestañas temblaban, como tiembla un flan por el camino para llegar a la mesa, no podían sostener las lágrimas. Sin embargo, seguimos caminando, imitando al viento, cada uno por su camino, sin darnos la mano, sin obsequiarnos un beso, mirándonos sin vernos. Fingiendo que podemos estar el uno sin el otro, que nuestros rincones no nos echarán de menos, que mis fogones no anhelan elaborar tus platos favoritos, que mi mirada no te clama, en ella se vislumbraban llamas, que nuestras risas no son clones, que tu torso se rasca desolado, que mis cojines habitan postrados, también los habías conquistado. Eso seremos el amor de nuestras vidas, mientras vivamos custodiados y sintiéndonos desiertos. Apisonando nuestros puños, velando en ellos nuestras quimeras. Porque tú me faltas, porque te falto yo, porque la vida no me avisó. Tú habitabas en otro corazón y yo era tu sumisa, pensaba que sería cuestión de tiempo, no hubo promesas. Fuimos vaho, como el perfume vaporoso que desprendían nuestros cuerpos, como el vaho que yo exhalaba en el cristal para garabatear nuestras iniciales. Éramos vida, ella nos promete tiempo cuando nacemos y sin embargo se va sin avisar, nos deshoja, como deshoja una niña a la margarita ante su primer amor. Anduve perezosa, llegué tarde a la suma de tus latidos, cupido no imagino que nos íbamos a querer tanto, se equivocó de fecha en el calendario. Tú ya sumabas palpitaciones en otra alma y yo me enjaulé en la cama, cogí la sábana con rabia, aprisioné mis párpados para soñar con otra vida donde yo floreciese siendo tu margarita, tu flor predilecta.

© Susana Fraile.

01 de junio de 2022

Comparte

Relacionados