ALFILERES EN MI ALMOHADA

 

De luto se hilvanan mis días y de hilo negro mis noches

 tras dejar al sastre que mejor remendaba

 la escala de mi talle.

 

Mis días deslizaban entre la magnitud de tu dedal y tus dedos, hilando entre puntadas sin hilo,

 cual agujas clavadas en el centro de los retales

 de mi vida.

 

No supiste zurcir las heridas de mi alma

 con el hilo del amor.

 

Entonces dime…

 

¿Cómo querías tejer mis sonetos sin la métrica de

 un modisto poeta?

¿Cómo enseñarte a coser mis batallas perdidas?

¿Cómo hacer vainica con mis recuerdos sin deshilacharme?

Te quise iniciar a la técnica del patchwork

para unir los trozos del telar de mi alma,

pero tú ya eras un tarasí experto

en otras artes.

 

Ahora ya da igual tu desidia,

me quedaré como “El traje del emperador” desnudo

imaginando que desfilaba en Milán con las mejores galas.

 

Intuí desde el primer momento

 que solo fuiste un artesano sin ningún escrúpulo,

te daba igual a quién clavar tu alfiler

 nos engañaste a todas,

 solo fuiste un costurero sin vocación.

 

Paseaste por la pasarela de mi vida,

 tajando mis muslos,

 mis mangas, mi cuello y mis puños

 hasta que tu aguja y tu hilo me acabaron ahogando.

 

Te dieron igual las dimensiones de mi cuerpo

 y si despuntaban de los tópicos,

 solo querías dominarme con tu aguja.

Actuabas como una máquina de tricotar,

 postergado en mi tapete,

 ensalzado con la tinta de mis sisados

 e hilados versos.

 

No supiste bordar con hilo de seda

 las comisuras de mi boca,

 para que quedase bien zurcidos nuestros besos

 y nuestra historia.

 

Ahora camino sin fábula, sin traje

y sin ganas de que nadie me vuelva a coger medidas.

 

Susana Fraile

 

Comparte

Relacionados