DESTINO A DESTIEMPO

 

¡Hola!

Por favor, no destruyas esta carta. No es propaganda, ni un enlace fraudulento.  Lee atentamente, es de una mujer que vive apenada y tú la puedes ayudar a aliviar su calvario.

 

He podido contactar contigo, gracias a las redes sociales, que nos ponen toda la información en nuestras manos.

Te preguntarás quién soy, ¿verdad? Soy una mujer que odiaras a la par que querrás, por todo lo que he cuidado a tu amor, que no es otro que el mío.

 

<< Comienza un aluvión en mis ojos…>>

 

Te contaré quien soy, quienes somos tu novio y yo. Ante todo, soy una mujer que vive enamorada, y ya sabes que ese estado provoca enajenación. Somos lo que la cobardía nos deja y la zona de confort implora, amantes de unas horas en los días laborables. Dos desconocidos que se han cogido cariño, y lo que empezó como un juego de amigos, hoy es una lucha constante para no querernos. Y en ese “somos “hay alguien más, que también me está empezando a importar, tú. ¿Cómo te sentirías si te contase que somos inmensamente felices, que nuestras miradas radian lo que sentimos, que nos sobra el mundo solo con horas/días que podemos estar juntos? Que yo solo obtengo lo que tú y la vida de pareja dejan volar. Alguna miguita a una nueva cría, pero esa partícula tan minúscula no altera la masa madre de vuestro pan.

El amor de pareja es como el vencejo, un ave migratoria, y mantiene una memoria infalible que le hace retornar a ese lugar donde estableció el nido. Son, por tanto, fieles a su hogar. Cálmate, sé que conmigo no estará. Solo son encuentros que se han prolongado, porque yo lo quise intentar, y porque los dos tenemos sentimientos. Ahora no sabemos cómo romperlo, se dilata en el tiempo, este me está marcando para la eternidad. Cada minuto juntos es como nuestra dosis diaria de la vacuna de la vida. Si supieras cuanto bien nos hacemos… ¿Quién es el mundo para juzgarnos, si nosotros nos necesitamos? Amar no es un delito, es un acto de generosidad. Pero tranquila, le diré que he conocido a alguien, para que su ego no lo pueda soportar y me deje. ¿Sabes? No se lo digas, pero yo no puedo hacerlo, si no es mintiendo. Le quiero tanto, tanto, que solo deseo morir para ver si en otra vida podemos vivir esto que el destino nos ha robado, por presentarnos a destiempo.

 

Cuídale, por favor, haz que merezca la pena todo mi dolor. Hazle sonreír, es lo que más le gusta de mí. De no ser así, volverás a tener noticias mías. Y, esta vez no le dejaré ir.

Solo pedirte perdón por el daño que te pueda causar esta información, aunque creo que cualquier mujer lo hubiese intuido, pero no seré yo quien te juzgue. Te lo devuelvo mejorado, más feliz, y con emociones que teníais olvidadas.

 

 

Un abrazo de la mujer que te devuelve a tu amado.

 

Aunque pensándolo bien, no sé si te hago un favor o te devuelvo un castigo. Porque si analizándolo racionalmente, sin que el velo del enamoramiento nuble esta historia. Te diré que nos mintió a las dos. A ti te lo ocultó durante dos años y a mí me género un mar de ilusiones, que con el paso del tiempo se desvanecieron, porque todo fue un engaño.
Ya sabes cómo contactar conmigo, por si un día decides dejarlo. Dímelo, iré a buscarte y nos daremos un abrazo. Compartiremos todo nuestro dolor, toda nuestra frustración y le daremos una gran lección: él perdió a dos grandes mujeres y nosotras hemos salido ganando.  Nos hemos liberado de él, un buitre en busca de presas. Sembraremos la semilla de la flor de la amistad. Seremos la oruga en su capullo, que
metamorfosea cumpliendo un ciclo. Seremos una mariposa, sus alas.

Espero que de algo tan atroz puede nacer algo hermoso.

Vuela amiga, vuela alto… que no nos detenga el llanto.

 

©Susana Fraile

 

 

 

 

 

 

Comparte

Relacionados