AMOR INCIENSO
Te quiero, sí, te quiero, así sin aditivos. Déjame que por una sola vez quite el corcho de mi boca y derrame todo lo que llevo guardando desde hace tanto tiempo. Día tras día hago gárgaras con mis palabras y las ingiero de nuevo. Hoy ellas van a ser mi vómito.
Sé lo que hay o había entre nosotros, no sé qué tiempo verbal utilizar. Pero necesito besarte. Sí, ya no es un deseo, es un hambre dominante. No quiero ser un día de la semana. No quiero que en tu móvil suenen llamadas mientras estamos enlazados entre las sábanas. No te he dicho nunca que quiero habitar en ti, déjame que sea tu okupa. Suspiro, exhalo, mi piel se vuelve sauna, vapora. Te idolatro, solo mirándote y leyéndote, sí, mirándonos, leyéndonos. Déjame creer que estoy junto al mar, eres mi ola, eres mi incienso.
No te voy a pedir nada, solo un beso para contarle a mi almohada que esto fue amor, no una falacia. El beso son los cimientos del amor, así comienza una obra y lo nuestro es una obra de arte. Eres mi escultura, eres mi pincel, el que pinta de color mis días, y tú, tú eres mi lienzo. El amor siempre brota por un beso, como brota la flor anunciando la primavera.
¿Cómo se contabilizan los besos que se chocan con la nada? No deberían ser versos de arte menor, no deberían ser Haikus. Deberían ser versos(besos) de métrica libre, versos(besos) matemáticos, elevados a la máxima potencia. Ojalá hubiesen sido infinitos, como mis ganas. Ojalá hubiese perdido la cuenta. Tu boca era una ruleta rusa a la que no me dejaste jugar, me quedé con las ganas de entregar mi boca al azar. No sabré a qué saben tus besos de buenos días, ni de buenas noches, ¡qué penuria la mía! Ves, estoy resignada, sólo te pido uno, y que te vuelvas aroma, desaparece, como lo hace el incienso.
Simulo un gesto con mi mano, como un limpiaparabrisas. Me rasga el alma decirte esa palabra de despedida, como le rasga la piel el campo al agricultor.
Fuiste incienso con aroma a vida.
Quizá no debería haber huido, quizá debería de haberme revelado. Solo te di amor, el amor es como una madre que ama sin antesala, sin expectativas. Dar sin presionar, solo cuando te tiene entre sus brazos. En mis pupilas florecia el baile del miedo a que fueses tú primero el que enviase lo nuestro a dónde se envía la lluvia de las calles.
Ahora el universo me juzgará cuando cuente la verdad. Me presento: soy la otra, sí, soy la otra.
Pasados unos días llamo a su mujer. Ring, ring…
–Hola, disculpa que te llame. Soy mujer y no he debido traicionarte, por favor, déjame contarte…
Continuará…
©️Susana Fraile

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