ELEGÍA AL DESAMOR

 

Aderezaba la ensalada de mi historia furtiva con el diluvio de mis ojos. Contenía tantos ingredientes caducos que era imposible digerirla; acedaba mi garganta. Aquella acidez y la frustración del futuro me enfermaron.  Deambulaba con hambre de pasión. Sentía náuseas por las bocanadas de humo negro que me vendía e intentaba hacerme tragar. Sufría anorexia de su amor, padecía bulimia del alimento de aquel varón, bilis de decepción, cólicos de dolor, entrañas putrefactas, vísceras cementadas, huesos con el tuétano amargo, pulmones encharcados por su polución, privados de soplos de aire puro. No escuché a mi cacumen y me dejé capitanear por las mariposas de mi estómago. Fue un pecado amarte y una condena dejarte. Sin embargo, mi alma seguía siendo poesía y en ella descubrí de nuevo el apetito. Poco a poco comencé a alimentarme con otra ensalada, diferente, dulce, sin cuentos y aderezándola con el aliño de la ilusión. Todavía mi paladar no ha podido postergar tu sabor y es que…todo me sabe a ti.

Aquí sigo de boca en boca, porque tu sabor está metido en mis venas y así voy mitigando mi hambruna de ti, recreándome en otras embocaduras.

Susana Fraile

28/7/2022

Comparte

Relacionados