PROFESOR Y ALUMNA

Cuando comenzaste a darme las clases de literatura, teníamos tantas ilusiones… Teníamos tantos planes… Tú, que fuese una gran poeta y yo que guiases mi pluma. Todos se han quedado plasmados en ese bloc de notas, que ambos utilizábamos. Se volverán verbos; pasado/recuerdos, presente/coetáneo y futuro/quizá. En el que tú alguna vez hacías dibujos tontos, que luego al verlos me sacaban una gran sonrisa. Yo, en cambio, siempre desplegaba mi sinceridad, sin tapujos, escribiendo lo mucho que te amaba, por si un día te daba por descubrir que detrás de nuestra amistad, pedía a gritos que me amaras. Los guardo en la alacena junto con tu plato, taza y cubiertos, donde tomabas los postres que te preparaba y ese té-chai, que tanto te gustaba, para que no se borren tus huellas. ¿Sabes? De vez en cuando poso mis labios en tu taza. Me es fácil buscar el rastro de tus labios, eran tan voluptuosos, imágenes memorables. Para saber a qué hubiesen sabido nuestras bocas apresadas. Acaricio mi pómulo con el revés de tu cuchara. Me gustaba tanto cuando me pedias que me girase, y con las yemas de tus dedos me escribías letras, las tenía que adivinar. ¡Qué infantiles fuimos! O que felices… También me paseo el tenedor por mi cuerpo, me recuerdan a tus dientes que arañaban mis brazos. Me mordías de manera inocente y yo sentía pasión desmedida por esos bocados.

Solo un plan, lo podría lograr únicamente contigo. Estoy muy enojada, has usurpado mi lado femenil. Eres el ladrón de mis excitaciones. Lo conseguías sin tocarme. Me inducías sonrisas y al instante cada poro de mi piel se dilataba, gotas segregando hálitos libídines. Nunca sentí algo más placentero que tu voz penetrando mi cerebro. Mis orgasmos encefálicos te echan de menos.

Querido profesor tanta sabiduría literaria y estabas ajeno a mí amor, yo sólo era una adolescente enamorada del marido de un familiar lejano. No te dabas cuenta de que quería aprender a ser la discípula de tus versos, porque la única forma de amarte era aprender a escribir poesía.

Pasadas varías décadas estoy aquí en la puerta del convento, en tu boda de plata, con una amiga. Ella me tiene agarrada del brazo para que no desfallezca. Intento no mirarlo, no puedo disimular mi dolor, mis ojos me van a delatar, lo sé.

<< por favor, lágrimas, sujetaos, solo unas horas más. Y luego romper vuestro llanto>>.

––¡Enhorabuena! Una ceremonia preciosa. Te regalo mi secreto; nuestro bloc de notas y mi pluma. Guárdalo en tu alacena, por si la RAE cambia los verbos y todo se vuelve presente.

––No entiendo que me quieres decir con los verbos–– dijo el profesor muy sorprendido.

­­––Nada, nada, cuando lo leas lo entenderás. Pero hazlo en voz alta, tu voz es tan penetrante…

Nunca deseé a otro hombre. Dejé la literatura, soy matemática, y ansío resolver mi problema: como resolver la ecuación de olvidarte.

Susana Fraile

29/9/2022

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