MI ESPEJO, MI PROTECTOR
Me choco con mi imagen en el espejo, después de cincuenta y tres años, ¿perdona? ¿Quién es esa? No soy yo, ¿verdad? Le pregunté sin pensármelo  dos veces.
––Lo siento. Te he querido proteger. Te he visto siempre tan radiante y feliz. Estabas inmersa en tu belleza interior y jamás te paraste a ver que la vida te estaba dando señales de que, la física se esfumaba, como las ilusiones de las amantes. No quise revelarte lo evidente. Ahí entendí perfectamente el sentido del refrán; ojos que no ven corazón que no siente. A ver, ¿cómo te decía que cada año te acercabas más a mí para pintarte el rímel? Que tu flacidez facial pasea a la velocidad de la luz. Para mí eres igual de bella, además esas canas te sientan tan bien. Tú toda empeñada en teñirte, con ese rubio que te encrespa el pelo y contamina el medio ambiente. El viento se arremolina con tu perfume se revuelve y se revuelca en la esencia que emanas y es en ese correr que desgasta las moléculas de aroma. Tus tacones te erotizan, parecen marcar una sonata que se acerca, invitan a viajar al deseo. La caída de tus pechos… es perfecta. –– contestó
Qué bonito lo que me dices, espejo, aun así, deberías haberme avisado. Quién mejor que tú.
––Me encantan tus líneas tan profundas son tan solo fruto de las preocupaciones, los años pueden arrugar la piel, pero renunciar al entusiasmo arruga el alma. Hazme caso. Si tenemos el espíritu fruncido se ve reflejado en el rostro.
Lo único que me ha molestado que precisamente tú, que llevas toda la vida observándome, no me hayas preparado, pero no te preocupes ¿Qué me dices de mis atributos femeninos? Están descendiendo, como en busca del infierno. Ahora con este choque de realidad, me maravilla ver y presumir que tengo arrugas, porque desvela que he reído muchísimo. Qué si estoy perdiendo mis curvas femeninas, como África pierde la esperanza de que se acabe el hambre, es porque he saltado de alegría, llamando así a la fuerza de la gravedad. Qué tengo estrías, sí, porqué he dado vida, mi mejor legado. Esto tú no lo sabes, estoy perdiendo la voz porque he gritado, como el que tiene fobia a los ratones, cuando me he encontrado con mis amigos.
Lo siento por ti, espejo, porque imagino que te debe entristecer verme así. No nos vamos a lamentar, me verás a un peor, es señal de que la cuenta atrás va cuesta abajo y sin frenos, seguiremos retando a la vida, relamiéndola, como el último lamido a un helado.
Lo único que me entristece es saber que otras mujeres no pudieron tener esta conversación, ellas desearían acariciar sus arrugas.
Mujeres, bailemos, en homenaje a Georgie Dann, que ha fallecido hace unas horas, copio parte de su letra, “bailemos el bimbo, bimbo, que está causando sensación, con esta melodía que se va derecho al corazón…”
Susana Fraile
04 Noviembre 2021

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