PENSAMIENTOS IMPUROS
La imaginación es el afrodisíaco más potente. Me despierto con un año más en mi vida, dos de septiembre.
07:30. Comienzo a desperezarme y en mi mente se crea una fantasía, ¿quién mejor que yo para regalarme algo? Me visualizo con un conjunto de cuero, esposas y antifaz, ¡uf! Pronuncio estas palabras y no me puedo imaginar que el que llame a la puerta sea mi marido. Llevamos treinta años de casados y jamás se ha preocupado por mis gustos bajo las sábanas, de seda, por supuesto. Y sigo, ¡mira que me gusta fantasear! Ja, ja, ja. Él, con trabajar, no fumar, no beber y no hacer na’ tiene suficiente. Pensáis igual que yo, ¿verdad? Pues sí, un muermo.
Me imaginaba esa escena con alguien que me hiciese sudar cómo unos adolescentes en verano haciendo el amor en un campo a acto seguido de la sobremesa.
07: 45. Me levanté y empecé con la rutina de todos los días, ay, podría ser distinto…
13:30. Tomo un café para poder sobrellevar y terminar mi jornada laboral. No había llegado su mensaje. Tras una década recibiendo mensajes cada cierto tiempo suyos, una inconscientemente se vuelve infiel. Aparecía en mis pensamientos cuando el muermo me invitaba a jugar entre las sabanas, no digo a hacer el amor porque eso no era amor, eso era cubrir una necesidad fisiológica y que algunos retrógrados todavía piensan que es una obligación del matrimonio. Había leído hace unos días un artículo en el que decía que, según las estadísticas, en la última década estaban subiendo más la infidelidad de las mujeres que la de los hombres.
Me dije <<Tú que presumes de dejar huella, no te lo pienses>>. Obedecí a mi voz interior, oye, ¡qué inteligente que es ella!
16:00. Preparo tortilla, bizcocho, empanada, limpiando, etc… ¿A ver pa’ qué? Total, luego después se iba a ensuciar…
17:30. Por fin acabé las tareas. <<Venga Susana a la ducha y ponte un poquito mona, para dar la bienvenida a tus cincuenta y tres primaveras y a toda tu plebe; amigos, familia y vete tu a saber quién vendría>> me dije.
Estaba a punto de zambullirme en la bañera, ¡Dios! ¡Qué placer! Cuando sonó el aviso del WhatsApp. No puede ser, es él de nuevo.
––¡Felicidades! No deberías dejar que pase más tiempo a lo nuestro, los años pasan y algún día no estaremos aquí––
Al mensaje lo acompañaba un gif con una imagen de la película “Los puentes de Madison”, con Meryl Streep y Clint Eastwood en la bañera. El móvil bailaba al ritmo de mis manos, por una vez mi mente y mi cuerpo ansiaban lo mismo. No hizo falta sumergirme en el agua caliente, todos los poros de mi piel se abrieron, como abre el día en un viñedo en la Toscana. Se me cayó el móvil según leí ese mensaje. ¿Pero por qué me hace esto? ¡Le odio! No, no me escuches universo. Me aborrezco a mi misma porque no puedo controlar mis pensamientos, circulan como el agua de las cataratas del Niagara, sin control. Son como gotas de elixir para mi piel, el sérum más eficaz, cada vez que me llega algún mensaje suyo. Aunque, en la agenda está grabado cómo “Belén de Unicef”, una compañera de trabajo.
Releí su mensaje yo que sé cuantas veces, no quiero que penséis que estoy mal de lo que está entre mis esculturales hombros, pero uf, ¡qué manera de despertarme todas mis fantasías más ocultas!, ¡joder! ¡Uy! ¡Que pierdo los modales de una señora!
Salgo de la bañera, dejo mis pies posados en la alfombrilla, me empiezo a acariciar con la excusa de darme aceite, que bien sienta mimarse y querernos un poco. Deberían recetar dos horas a la semana en un balneario, con una copa de champan de Moêt & Chandon. Hago un cambio radical musical, sin pensar en las consecuencias, total, todas sabemos que los hombres están a por uvas, pero a nosotras nos haría sospechar cualquier cosa. La nobleza de ellos no les hace pensar que su mujer está teniendo pensamientos impuros. Esa canción, de Merche, decía: “le deseo, le deseo tanto que me faltan fuerzas…” Simplemente quien haya vivido una situación similar sabrá que, cuando deseas a alguien y las circunstancias no lo permiten, el deseo se suma al dolor elevado a x, en fin… nunca se me dieron bien las ecuaciones.
¿Con que cara salgo ahora a celebrar mi cumpleaños con la familia? Esas conversaciones tan banales me hacían volver a divagar para seguir sobreviviendo y hacer lo que la sociedad y mis principios me ordenaban. ¿Alguna mujer me puede decir con sinceridad qué prefiere, un cumpleaños más en su vida o una fantasía con el hombre que siempre se pasea por su mente? Yo lo tenia claro, deseaba mi regalo prohibido de cumpleaños.
¿Cómo besaría? ¿Cómo serian sus caricias? ¿Cómo sería sentirle dentro de mí? ¿Seria tan intenso cómo lo proyectaba desde que nuestras miradas se cruzaron? Todo esto fue mi regalo imaginario.
Ahora queda en vuestras manos poner el final a este relato, depende de vuestras opiniones, ¿qué haríais vosotros? ¿Seguir con la familia ya bien estructurada y consolidada o bien vivir ese amor pasional? Es un juego, ¡eh! Qué es la vida si no una ruleta rusa… Solo pretendo hacer un guiño a todas las mujeres y un tirón de orejas a los muermos, ja, ja, ja y decirles que hay que poner sobredosis de humor a nuestras vidas.
 ©Susana Fraile
«Mi tinta es cristalina y salada, mi pluma una espada clavada»

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