PULCRITUD DE ALMAS

Le observo desde hace tiempo, sus pies serpentinos y sus harapos descuidados me entristecen. Le escribo para presentarle mis intenciones; déjeme purificar su hogar con un enjabonado intensivo y que no queden resquicios de sus manchas. Quisiera ser la escoba que barra su tristeza. El cachemir y el barniz que consiga dotar de nuevo brillo a sus ojos, teñidos del color de la tinta que plasmo en este pergamino. Aspirar y embeberme su dolor. Lisonjear y pulcrar su alma. Quisiera ser el aroma embriagador que desprenda paz a su castillo. Deseo ser la dama de sus fogones y deleitarle con apetitosos manjares, que retorne su apetito sumergido, igual que está su sonido de gozo.
Déjeme tejer todas sus heridas con un hilo balsámico y cicatrizante.
Ansío ser su doncella y amamantarle de dulzura y amor.

Venero ser la mujer que le haga olvidar la fuga celestial de su amada y que usted invada mi guarida y la soledad que siempre me acompaña.

Mi adorado hidalgo, plantemos flores en sus vergeles, toscos y yermos, que sus tonalidades impregnen nuestras almas y perduren en un estado primaveral eterno.

Queda a la espera esta damisela de la respuesta de tan afligido caballero.

PD. Por favor, no se enoje por tan semejante acto, mi hermana estaría feliz sabiendo que su amado ahora lo cuidará sangre de su sangre. Nunca me atreví a decirles nada, ni a mi adorada consanguinía , ni a usted, mi querido amor, usurpado por el destino. Se les veía tan tan felices y dichosos, que espero beneficiarme de la misma suerte.

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