REGALOS DE LA VIDA

 

Mi cuerpo ha hecho un pacto, sin contar conmigo, para batir un récord apoderándose de un sinfín de enfermedades. A pesar de llevar casi cincuenta y tres años conmigo todavía no me conoce. Mi alma no quiere tenerlas, ambas estamos en una lucha, veremos quien gana. Ya les comento que a mí perder no me gusta nada, tiempo al tiempo.

 

Ayer me despertó de nuevo un dolor que parece que se quiere quedar conmigo de manera perenne. Diagnóstico: síndrome Wilkie (¡válgame el señor! ¡Qué nombre! Hasta para coger un síndrome soy genuina). Este es un síndrome poco frecuente y con unas complicaciones serias, pero como la seriedad no va conmigo. Él da la lata y yo me niego a que se apodere de mi. Ayer jueves, tuve que volver al hospital, él, de nuevo, ganó la partida un día más, no soporté el dolor. Seis médicos miraron lo que me estaba generando el dichoso síndrome este, estaban todos sorprendidos, ya que mi vientre era como el de una señora esperando unos de los días más memorables que toda mujer desea, ser madre. Tuve que sentarme en un box, con ocho personas con distintas dolencias. Me pusieron suero y calmantes, y me hicieron esperar a que me viese el médico adjunto de medicina interna para que me evaluase de nuevo. Había una señora octogenaria, su llanto me estaba generando más dolor en el alma del que tenía en mi vientre. Esta manía mía de empatizar tanto y querer que desaparezca el sufrimiento de las personas que estén cerca de mí. Bueno, pues con el carrito del goteo me dirigí a la señora del llanto silencioso, pero no por ello menos desgarrador y le pregunté:

 

– ¿Le duele a usted mucho?

 

Levantó su mirada y me contestó:

 

– No me quejo nunca, pero este dolor es insoportable.

 

Mientras sus lágrimas brotaban como lo hacen las flores en primavera.

 

– ¿Cómo se llama usted? – le pregunté.

 

– Me llamo Asun – me contestó.

 

Me inventé que tenía una tía que se llamaba así y que era muy buena. Su porte, ademanes, sus facciones dulces y su mirada dejaban apreciar que ella también debía ser bondadosa. Ahí empezó a contarme toda su vida, sus lágrimas interrumpían nuestra conversación. Le iba secando esas gotas cristalinas colmadas de sufrimiento, con las yemas de mis dedos, eso sí, bien desinfectadas, que hasta en los momentos más duros tenemos que priorizar al bicho este de moda. La comenté que, si le gustaba leer, me aflora una sonrisa recordando su cara, imagino que pensaría «esta mujer está fatal de la cabeza».

 

– Lo único que he hecho en esta vida ha sido limpiar y no hacer daño a nadie – añadió.

 

De nuevo sus ojos se pusieron vidriosos y sus labios sujetaron el llanto que le gritaba su pena. Después de varias horas charlando, quise seguir hablando con ella y para que mi mente me escuchase de nuevo le dije: – Asun, ¿sabe usted una cosa? Yo escribo.

 

Me miró muy sorprendida, tanto como los médicos mirando mi vientre. Fui hacía mi asiento a coger del bolso el teléfono y así poderle enseñar mi página web. Comenzó a ver mis relatos y todo el contenido de esta. Parece que la estoy viendo, fue en busca de mi mirada, permaneció unos segundos pensativa y me dijo:

 

– Eres muy inteligente y guapa.

 

– ¿Inteligente? ¿Guapa? Usted me ve así porque la belleza depende de los ojos de quien nos mira – le contesté.

Asun me contó, cuando su hija se salió unos minutos, que su tristeza manaba porque se le murió un hijo, con veintidós años en un accidente de tráfico y añadió: – desde entonces me duele el corazón – En ese momento me quebrantó el alma y le dije de nuevo: – Asun, su hijo está con mis padres y a mi madre le encantaba cuidarnos, así que, quédese tranquila que mi madre seguro que cuida a su hijo y a todos los hijos que hay en el cielo, aprovecho para hacerle un guiño a mi madre y decirle una vez más, qué bien hiciste tu trabajo, mamá.

De repente percibí que una señora que nos acompañaba con su dolor me estaba mirando con una sonrisa en su rostro. Me dijo: –Me ha encantado de que manera has aliviado el dolor a Asun, pareces un ángel, nos estás ayudando a no pensar en ello, de una manera tan sutil. Gracias. Le regalé una sonrisa abierta como la cola de un pavo real. Ahí empecé de nuevo a lo que es lo mío, a sanar almas y apaciguar el dolor y la tristeza a los demás.

 

Iban pasando las horas, todos estábamos esperando a que nos diesen algún diagnóstico. Miré de nuevo a la señora que me dio las gracias y comencé con mi monólogo habitual en estas circunstancias. María, así me dijo que se llamaba, tenía las piernas llenas de ampollas, no podía mirarlas, me dolía con solo hacerlo. Me sorprendió muchísimo, ¿saben? Me dijo que ella era escritora. Ahí se originó una charla entre nosotras, que hoy está siendo el principio de una bonita amistad. María me contó que colabora con una asociación que da visibilidad a mujeres escritoras, porque durante muchos años han permanecido en la sombra, debido a los prejuicios de esta sociedad. Empezó a escribir con setenta años y tiene setenta y seis.

Me llamaron para que entrara a un box a que me viera el médico adjunto. Me comentó   que tenía que hacerme un tac, para ver si la arteria aorta estaba un infarto intestinal. Tuve que esperar de nuevo.

María, entró después, al mismo box. Le pincharon las ampollas y le pusieron un tratamiento para prevenir una posible infección.

 

Intercambiamos los teléfonos, María, es menos habladora que Asun, pero presentí que podía ser una caja de sorpresas, llena de historias enriquecedoras. Pocas mujeres conozco que se hayan puesto a escribir con setenta años.

Cuando llegué a casa me saltó un mensaje suyo, en el que me daba las gracias por haber hecho la espera tan agradable. Resaltando mi lado humano y mostrándome su interés en que sea miembro de esa asociación y su intención de seguir en contacto. Intercambiamos escritos. En uno de sus mensajes me envió un audio con esta desgarradora a la par que preciosa historia, dejándome impactada, quería compartirla con vosotros.

Así concluyo mi día, tan enriquecedor, en urgencias. No me gusta acudir a los hospitales, pero si la vida me tiene guardadas este tipo de sorpresas, que vengan más síndromes, para poder conocer a mujeres tan interesantes como mis dos nuevas amigas, María y Asun.

 

Os invito a leer el relato que ha escrito mi nueva amiga. Por supuesto me ha autorizado a ello.

 

 

 

DESPERTAR

 

Año 1995 Madrid despierta, del letargo de los últimos 40 años.

Violeta trata de conseguir el medio de expresar a su familia lo que tanto tiempo oculto.

-Soy madre y esposa, y por consiguiente responsable de una familia que se creyó perfecta.

– Que argumentos daré para justificar un cambio de vida tan radical, ¿cómo decirles mis tendencias sexuales? a mis sesenta años explicar la mentira que ha sido toda mi vida, no es tarea fácil, cuantas lágrimas y dolores de cabeza en estos años de matrimonio

-Me case por demostrarme, y corregir mis apetencias sexuales, creyendo que yo era una depravada al sentir esos deseos, se demonizaba cualquier tendencia sexual, fuera de los cánones establecidos por unas leyes anti antinaturales, establecidas por la iglesia, por tanto, encamine mi vida tratando de darme una estabilidad, y castigo para mis tendencias, – cual ignorante niña de 22años-.

– Hoy pienso con los años vividos, que estábamos con los cerebros lavados y emponzoñados por el miedo, recordar la pasión que sentí por Pilar, en aquellos años de instituto, poco me ayudaron las catequesis con sus planteamientos estrictos con respecto a la sexualidad.

-Por ello me decidí, y conseguí ser una buena esposa, a cambio de ser una frustrada, no fue fácil salir adelante, sin sentir como tu vida íntima es un infierno para ti, y dar algo que no sientes, ¿yo creo que Manuel en algún momento tuvo que sospechar algo?

– Más en estos momentos mi encrucijada es, explicar a mis hijos y a Manuel la decisión que he tomado.

-Sentir ternura por Manuel fue fácil, él es una persona llena de sensibilidad

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y muy buenas dotes de humor, por ello mi vida se fue llenando de un sentimiento dulce en mi vida cotidiana, día a día lo difícil era la llegada de la noche, el dar normalidad a lo que me aterraba.

-La  llegada de mis hijos hizo que me volcara  en ellos, de esta manera cuantas disculpas para evitar la cama, y con ello la  acción  del acto sexual, mis días críticos fueron días de liberación ya podía entrar en mi habitación sin miedo.

-Sentir esta agonía por dentro y no poder comentar con nadie, es uno de los mayores sufrimientos que se pueden  tener, sentir tus deseos en lo íntimo y tener que acallarlos, me creí un monstruo o algo parecido al no poder corresponder a las llamadas de mí marido,  fingir que sus goces eran mis goces.

-¡Mis días los llene de fantasías, en las cuales cualquier jovencita la imaginaba perdidamente enamorada de mí¡

– ¿Cómo decirles a mis cuatro hijos que su madre es lesbiana? que está locamente enamorada, de la persona más encantadora del mundo, que esta le ha hecho sentir lo que nadie ha conseguido, llevarla al cielo y ver las estrellas.

-Si. Lola ha conseguido cambiar mi vida, darme lo que yo espere de la vida, tan solo ella lo consigue.

-Siento una pena inmensa por Manuel, él no se merece esto, fue siempre un gran compañero y gran padre. Tendrán que entender que la vida me debe algo, yo di todo por los demás: primero por mis padres, silencié mis sentimientos para no hacerles sufrir, mentí toda mi vida para hacer felices a los que me rodeaban, para que no tuvieran una oveja negra como se decía en aquellos años. Ha llegado la hora de ser feliz, bendita transición que trae con ella el cambio de mentalidad, sacare fuerzas y conseguiré que me entiendan, ¡ya! Me da igual, pero prefiero no perder a los míos, los quiero y sería una factura demasiado cara a pagar por mi felicidad.

-Tengo todo el día para preparar mis argumentos, haré lo que me aconsejo

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Lola, preguntarles por lo que les he aportado en sus vidas, según como me contesten así será mi información de directa, o de insinuación.

-Tengo los nervios clavados en el estómago, siento una agonía muy adentro ¡no es fácil lo que voy a hacer. Yo una mujer tranquila, muy casera sin grandes amigas, no les di nunca motivos para lo que tengo que revelarles, he sido discreta quizás demasiado puritana, para poder pasar desapercibida y que nadie pudiera dudar de mi condición de etéreo.

– ¡Toda una vida soñando, al fin poder vivir una realidad ¡

– Creo me apoyaran, les di demasiado para que su respuesta sea negativa, mis hijos me quieren, ellos son hombres con ideas progresistas, ¿quizás no lo sean tanto cuando su madre les descubra el secreto más íntimo?

Violeta es una mujer hermosa, con sus 60 años conserva una belleza inusual a su edad, tiene una silueta esbelta con unas curvas poco frecuentes, sensuales y bien definidas, por tanto, resulta atractiva y de carácter muy dulce. Tiene un gran problema que resolver; ella lo tiene muy claro y triunfara en su empeño, ir a vivir con Lola.

Sentada frente al espejo del tocador, se hace todo tipo de conjeturas y reflexiones, se mira y sonríe, ¿Quizás no acabe todo tan bien como creo? Pero por soñar no pierdo nada,

Eso piensa en tanto da el repaso por su vida.

-Pasaré el resto del día preparando la cena para la familia, me arreglare con esmero, no quiero aparecer delante de los míos desarreglada, sino todo lo contrario.

Suena el timbre de la puerta, abre, y son dos de sus hijos.

-hola que tal mamá –es Fernando el menor de ellos.

-¿Qué tal viejita? –le dice a modo de saludo Daniel.

– Muy bien cariños ¿y vosotros?

Bien mamá contesta los dos al unísono.

-Vamos pasar, papá no tardará en llegar, os sirvo una cerveza o un vino.

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-Yo una cerveza.

-A mí un vinito, con una aceituna.

Trata de ser lo más normal y sentándose con ellos en el salón, esperan charlando la llegada del resto.

Suena de nuevo el timbre, sale abrir uno de los muchachos, es su padre y los dos hermanos. Tras los saludos penetran en el salón.

-Buenas tardes hijos, esta reunión es porque vuestra madre tiene algo muy importante según ella que comunicarnos.

Esto lo dice el padre un poco en forma de broma riendo mirando a su mujer.

-Si es cierto, pero antes quiero preguntaros que soy yo para cada uno de vosotros y que opinión tenéis de mí.

– A ti el primero ¿Cómo he sido a lo largo de nuestro matrimonio? Quiero sinceridad pues es muy importante saber que he sido yo en tu vida.

– quieres sinceridad y me la pides en un minuto, yo creí que sabias lo mucho que te quiero.  Eres lo más importante de mi vida, me regalaste tu compañía  cariño y cuatro hijos maravillosos. Yo sé que hay algo de ti… que nunca logre llegar, pero  estaba loco por ti y no me importo lo que fuera.

-El tiempo me demostró, lo especial y maravillosa que podía ser mi vida a tu lado.

– Esto es lo que siento y pienso de ti.

-Gracias Manuel, estaré eternamente agradecida por tu cariño y sensibilidad para conmigo.

-Y vosotros ¿que he sido en vuestras vidas?

-Hablare por mí, soy el mayor y por tanto quizás tuve más responsabilidades; pero nunca me sentí mal, todo lo contrario, percibía como mi madre me adoraba y mimaba, oír tus consejos en la adolescencia encaminando mi vida por donde yo quisiera y no los demás, apoyándome en los estudios,

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tan solo te diré que eres algo muy valioso en mi vida.

-Gracias hijo, espero sigas opinando lo mismo siempre.

Los tres muchachos dan la misma opinión que su hermano alagando lo buena madre y lo mucho que la quieren.

-Quiero deciros lo mucho que os amo, sois lo más importante de la vida; pero hay un pero muy grande, toda mi vida ocultando mi verdad, mis sentimientos, viviendo la realidad que la sociedad me impuso; esa que si eras diferente, te machacaba, te marginaba y por la cual tenías que adaptar tu vida al compás que te marcaban. Me adapte, fui feliz forme una familia y quise a mi manera a mi marido con cariño de compañero nunca de amor de pasión.

-Siento en el alma decirte esto Manuel, no quisiera hacerte daño, te quise y quiero como a una persona muy especial en mi vida, yo tengo derecho a recibir algo en esta vida, no tan solo dar y resignarme a no vivir esa pasión que yo presentía y soñaba.

-He conocido a una persona, se llama Lola y tiene 55 años. Si soy lesbiana, toda mi vida lo fui, y toda la vida viviendo un engaño, impuesto por los valores de los demás, sufriendo mis angustias y abrasándome en algunas ocasiones, no sé si tratareis de entenderme, o dejare de ser esa persona  querida para vosotros.

-Lo cierto es que lo que yo siento con ella no lo he sentido nunca. Me ha pedido ir a vivir con ella y tengo el pensamiento de hacerlo, quisiera me comprendierais y  dierais un poco de apoyo, si no es así… lo entenderé, será una factura más a pagar por mi opción sexual.

Se crea un silencio, mirándose los unos a los otros, las manos dicen mucho entrelazadas se aprietan con fuerza, no pueden creer lo que acaban de escuchar, es demasiado fuerte.

Manuel es el primero en reaccionar, y rompe el silencio tratando de explicarle lo que siempre intuyo.

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-Violeta siempre supe que algo nos separaba, mi amor por ti es tan fuerte que no me importaba, tan solo pedía estar contigo. Siempre fuiste cariñosa y una gran mujer, tan solo tengo que darte las gracias por estos años de vida en común, tú discreción ha sido tan grande, jamás pude sospechar, sabía que algo no me dejaba llegar a ti. Siempre sospeche de algún amor que no te hubiera correspondido.

-Decides lo mejor para ti, y tienes razón, todo el derecho del mundo a ser feliz de verdad. Siempre me tendrás para ayudarte en lo que necesites material o de afectos, te quiero demasiado para no entenderte.

Los hijos asombrados del relato de la madre, contestan.

-Mamá danos unos días para asimilar, pero nuestro cariño lo tienes y lo tendrás, nos enseñaste en libertad y ahora entiendo porque era tan importante para ti esos valores, sigue el camino que te marquen tus sentimientos y ¡elige bien a tú compañera ¡

-Gracias, me siento liberada, y a la vez un poco culpable pero feliz, sois demasiado importantes para mí como para perderos, Manuel te quiero pero no de la manera que tú hubieras querido ser amado.

-Bueno vamos a cenar, hoy será una cena un tanto especial, os miro y me doy cuenta de que no ha sido en vano mi vida, formar esta familia solo se podía hacer desde el amor, el cariño, con respeto, gracias de nuevo por vuestra compresión.

Violeta mujer valiente logra a sus 60 años vivir la sexualidad, con ternura y amor, que la vida le negó por la sinrazón de dictaduras ultraconservadoras, los armarios se abrieron han quedado vacíos y los hombres y mujeres viven cada uno la sexualidad como la sienten.

MARIA de la CUEVA—16 – 8 –2019

 

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