SONATA LAGRIMEANDO

 

Mis pies aplanados capitanean su marcha. Donde se vuelve fértil el deseo, la timidez consigue distraerse, las almas se fusionan y los cuerpos se deslizan entre seda satinada. Sus medidas parecen haber cambiado por arte de magia, muros con vida propia. Intento susurrar tu nombre y mi boca me traiciona gritando en tu deseo, suena como un estruendo. Nuestras risas sonaban como una sonata. La noche me atormenta. No quiero dormitar, mis pensamientos no desertan, te persiguen. Amanece una melodía húmeda en mis luceros, anhelo aromático de tu piel. El rocío jadea en mi ventana y mi llanto diluvia con la misma cadencia. Vendaval veraniego, despide a un amor de febrero. Luna y sol, frio y calor; todo es un compendio de dos personas diferentes, con distintos designios.

 

Mi llanto: canto de unos ojos tristes, lluvia cándida, tormenta de una presa, catarata fúnebre de un amor, lamento de una amante en fechas célebres, sollozo de una poeta. Gotas marinas gritando. Silencio húmedo que guarece en solitario. Sentimiento que cala, que desgarra y se oculta. No lloran los ojos, llora la soledad. Se ahoga la poeta, tráquea anudada de letras. La pluma danzarina gime gotículas quejicosas, el alma destila dolor. Llanto cúspide, quebranto que emerge ascendente de las entrañas. Galopa el clamo por los ojos. Aletazos tormentosos, corazón vidriado, quebranto abyecto del desamor.

 

Pretérita tormenta, pero ¿quién apresa mi lluvia de verano? ¿Quién me seca el llanto de febrero?

 

©️Susana Fraile

15/9/22

 

 

 

 

 

 

Comparte

Relacionados