UN ADIÓS INSTRUCTIVO

Llegas para instruir mis poemas, mi pluma autodidacta versaba gris, hoy versa sangrada, yerra en renglones sangrientos. Eres mi pentagrama, las notas musicales de mis rimas, la voz de mi silencio, gritando fiasco.  Me enseñaste la técnica; escribir desde las entrañas, supuran llanto. Ahora escribo en nuestras sábanas alaridas. Aquel adiós mostraría mi mejor versión; me hiciste poeta, gracias, mi querido filántropo.

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